En este apartado podrás conocer algunas de mis esculturas ubicadas en diferentes ciudades y lo que significa para mí que te encuentres con ellas. Siempre es una responsabilidad intervenir en espacios públicos y dejar tu huella en ellos.
En 1999 se inauguró en Valladolid mi primera obra pública, "Danzando para la luna", después del éxito de una exposición individual en el Palacio de Pimentel. La emoción del encargo siempre es igual de intensa y agradezco la confianza en mi capacidad de enriquecer con sensibilidad ese espacio.
Espero que puedas visitarlas en alguna ocasión. ¿Te apetece?
Cuando viajamos nos damos cuenta de lo importante que es encontrar la belleza en los lugares que visitamos, en los paisajes y jardines, en los edificios, en las fachadas, en calles y plazas...
La escultura pública transmite emociones, recuerdos, intenciones, homenajes y misterios a través de cada artista. La obra pública hace viva la calle y ofrece un momento de descanso al que la contempla, refleja la cultura y los valores de sus gentes, que la presentan a quienes visitan la ciudad. Me gustaría que no se considerara un lujo sino una necesidad de acercar el arte a todos, con generosidad, a veces es el primer contacto de alguien con el arte y eso puede cambiarlo todo. Hay mucho por descubrir en ellas.
Todo encargo de obra pública es una gran responsabilidad, y un reto físico e intelectual. Mi objetivo es mantener su esencia con mi propio lenguaje y la conexión con quien se acerque a ella. Siempre estoy agradecida por la oportunidad, por tener un lugar donde compartir mi lema, "Arte para vivir", para hacer sentir emociones a quien se la encuentre.